La niebla y la doncella :: Silva Lorenzo
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Lo pillo que tecagas.
– ¿Qué aviso?
– Que no hablara con desconocidos. Me lo pasó un colega, así como el que no quiere la cosa. Que el ambiente estaba revuelto y me fuera con ojo.
– ¿Eso le dijo?
– Eso mismo.
– ¿Y cómo se llama ese colega?
– Mire, yo a un colega no lo vendo. Eso sí que no. Antes de eso, ya me pueden ir poniendo los cepos.
– Tranquilo. No queremos causarle ninguna molestia de ese tipo.
– Además, mi colega no es importante. Me diría lo que le dijeron.
– Lo que le dijo quién. ¿El Moranco?
– No sé si él. Puede, pero no hace falta. El Moranco no está solo. Él solo no movería tanto como mueve.
– ¿Mueve mucho, el Moranco?
– Que si mueve. Como que le lleva la tienda al rey del mambo.
– ¿Y quién es el rey del mambo?
Johnny sudaba tinta.
– Hostia, sargento, yo no le he dicho nada. Ni mucho menos lo que le voy a decir ahora. Además, esto no lo sé. Es lo que he oído.
– Tranquilo.
– No le voy a dar el nombre de nadie. Sólo le voy a dar el de un hotel. Todo tiene un dueño. Si son listos, con eso les sobra.
– Di.
Lo dijo en voz tan baja que casi no pudimos oírlo.
– Y no han hablado conmigo. Que me cae la ruina.
– No te preocupes. Esta conversación no ha existido.
– Por sus niños, si los tiene.
– Te lo prometo.
– Y ahora me abro, que ya me la he jugado bastante.
Se levantó y echó a andar.
– Juan -le detuve.
– ¿Qué? Deprisa, por favor.
– Si en algún momento teme, pida ayuda. Pregunte por mí. Vila.
– Ya tendré que estar muy jodido.
– Bueno. Tenga cuidado, de todas formas.
– Gracias por el consejo. No dé el cante usted, eso es lo principal.
Se esfumó a toda velocidad. En ese momento vi en el reloj que se nos había echado la hora encima. Eran las siete menos cinco, y teníamos el tiempo justo para no faltar a la cita que habíamos concertado por la mañana. Llegamos a las siete un poco pasadas, y aguardamos hasta las siete y veinte. A esa hora, me di por vencido. Chamorro había ganado la apuesta.
Capítulo 18 UNA SOLA DIRECCIÓN
Pasaban un par de minutos de las siete y media cuando nos reunimos con Azuara y Morcillo en un bar de la plaza.
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