La niebla y la doncella :: Silva Lorenzo
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Aún le quedaba cerca de una cuarta parte de los documentos por examinar. En su pequeño bloc había tomado una serie de notas con un rotulador de tinta violeta. La vi releerlas, sin poder evitar que me enterneciera un poco aquel color en el que había quedado plasmada sobre el papel cuadriculado su letra de niña aplicada.
– Pues, no sé qué decirte -contestó al fin-. Lo primero, que no me siento en condiciones de reprocharles nada a los compañeros.
– Mejor, no estamos aquí para juzgarlos. Ni nos ayudaría.
– Quiero decir que yo habría sacado la misma conclusión que sacaron ellos. Es verdad que no estaba amarrado del todo, pero… Bueno, más de una vez han condenado a gente con más cabos sueltos en la investigación, ¿no?
– Sin duda -asentí.
– Tengo una curiosidad, eso sí.
Había aprendido a valorar las cuestiones que despertaban la curiosidad de Chamorro. Era la persona menos entrometida que jamás había conocido.
– Desembucha, cabo.
– ¿Entra en tus planes considerar la hipótesis de que el concejal, aunque le hayan absuelto, sea el asesino?
Sonreí.
– Me defraudas horriblemente, Virginia.
Mi compañera dio un respingo.
– ¿Por qué?
Me tomé mi tiempo, para crear en ella la expectación adecuada. Plegué la mesita (ya no debía de faltar mucho para el aterrizaje) y coloqué el libro en la bolsa de tela del respaldo del asiento delantero, no sin antes marcar con la tarjeta de embarque la página en la que había interrumpido la lectura.
– Verás -dije-, resulta indudable, desde el punto de vista procesal, la dificultad de imputar a quien ya ha sido absuelto en un juicio previo. El procedimiento para ello es excepcional, farragoso y de sus pormenores no estoy al corriente porque no soy abogado ni las cuestiones abogaciles me parecen el mejor pasatiempo en el que empeñar mis menguantes neuronas.
Chamorro me observaba con reticencia.
– Sentado lo anterior -proseguí-, debo confesarte que, personalmente, los problemas procesales me traen al fresco. Lo que intento es encontrar la verdad, o algo que se parezca de forma coherente a la verdad. Luego el fiscal hará con ella lo que tenga que hacer, por el camino que tenga que seguir, fácil o difícil, eso es su problema. Y como ya sabes, tengo mis dudas de que al final de todo se haga eso que algunos, cándidamente, llaman justicia. Si las cárceles donde se almacena el desecho o los tribunales donde se lo etiqueta son máquinas de fabricar justicia, yo soy el hada Campanilla.
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